Una cara maquillada nunca logra disimular la patética realidad de un alma sin maquillaje, como lo sugirió Garrik y todos los Garriks desparramados en los protocolares escenarios de la vida. Aunque este dilema existencial es obsoleto, sirve para generar un espectáculo en el que no importa el fin sino los medios. Amapola (¿cómo puedes tú vivir tan sola?), más allá de su tema, trama y pretextos institucionales, se redime a puro encanto, con cuatro ondulantes figuras que se proyectan fulgurantemente y se zambullen en el artificio pregonando que hay disyuntivas más palpitantes y convincentes que el oficio. Vanina Ramírez, Carolina Pofcher, Sabrina Lara y Gimena Racconto demuestran que el histrionismo es una estado de gracia: se expresan con soltura, se mueven con ritmo e interactúan con naturalidad y mutuo solazamiento, embarcadas en una antología de sórdidos conflictos interiores y canciones rutilantes.La proverbial trilogía “idea, libro y dirección” apunto a Ricardo Racconto, que desbarata todas las instancias del lugar común, predicando que el teatro responde más a la inspiración que a la memoria. Rumbosa y proyectiva la coreografía de Darío Lombardo, que le otorga a cada tema su pujante y emotiva porción de encanto.Amapola es un agradable simbolismo escénico de la mítica canción que escribiera L.M. Lacalle y recreara la conmovedora voz de Andrea Bocelli
viernes, 10 de julio de 2009
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